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Nació en Talara (Piura). Editor y gestor cultural. Estudió Sociología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos e ingeniería electrónica en una universidad privada. Ha publicado poemas en las revistas: Ónice, Bocanada, Dedo Crítico, Tajo, Bosque de latidos, Socialismo y Participación, Estudios Privados, El Bosque, Delirium Tremens, TXT, Conexos (Miami), Nomastique (México), Signos en rotación y Círculo de fuego. Traduce poesía norteamericana (Snyder, Rexroth, Sandburg). Poemas y relatos suyos aparecen en la revista digital Ping Pong, de República Dominicana, y en Vorágine y Cinosargos (Chile). Ha publicado el poemario La balada de Crates y otros poemas en el 2010, Como barca encallada en la arena (poemas y relatos), en el 2014, y Senda de la desesperanza. Hace entrevistas y es colaborador de revistas de Ciencias Sociales y Derecho (Illarik, Soluciones Laborales, Administración Pública & Control) y publicaciones alternativas. Editor de Anarkopoiesis, La lira rebelde libertaria e Insana virtud. Muestra poética reciente de la posmodernidad (2016). Sus poemas aparecen en Ausente ardor de arena & algarrobos. Antología de la poesía piurana contemporánea (2017).

lunes, 10 de febrero de 2014

Crónicas de viaje



Un rinconcito frente al mar
   Estuvimos en Talara, tierra petrolera y con playas paradisíacas, y no todas para la VIP. Nosotros pensamos que la clase trabajadora tiene derecho al solaz. Nos vino a la memoria la letra de la polka escrita por el piurano Javier Purizaca, quien se inspiró en Talara: El sol y la brisa marina / bañan tus encantos...


Pelícano rozagante en el muelle de Los Órganos (Talara)

Playa de Negritos



   La verdad es que desde hace tiempo, teníamos pendiente esta visita a una tierra entrañable, de gente cálida y alegre. La seriedad la tuvimos que empaquetar y dejar en Lima. Regresamos por unos momentos a las playas de la infancia añorada. Tierra de eterno calor y de gente cálida, así como de los primeros juegos viendo pasar jañapes y abejorros inmensos. Visitamos nuestro antiguo barrio de Punta Arenas y los recuerdos entrañables fluyeron incoercibles. Estuvimos además en Negritos, al sur de Talara. Captamos el peculiar habla de los lugareños, que es única en el Perú. 




Playa de Punta Arenas (Talara)

 
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La fiesta de la chirimoya
(Callahuanca-Huarochirí)

Rumbo a Callahuanca

Callahuanca es un distrito que pertenece a la provincia de Huarochirí, departamento de Lima, ubicado en el valle del río Santa Eulalia a una distancia de 46 km de la ciudad de Lima, asimismo, se encuentra ubicado a una altitud de  1 750 metros sobre el nivel del mar. Su capital lleva el mismo nombre; entre sus anexos destacan Barbablanca y San Pedro de Chauca (tiene mayor altitud) y como caseríos están: Purunhuasi, Singuna, Pichuraran, Tierra Blanca, San José de Tucre, entre otros.

Según los datos actuales de la municipalidad del lugar, Callahuanca posee una superficie total de 57.47 km2 de una densidad poblacional de habitantes por km2 de 41.8. La población censada al 2007, según los datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática, es de 2405 habitantes. Además, cuenta con 735 electores, de los cuales 406 son varones y 329 mujeres.
Este pueblo callahuanquino cuenta con un gran potencial en el área de turismo, ya que cuenta con lugares para conocer, por ejemplo Cascashoko, zona arqueológica donde destacan casas edificadas de piedra. Esta zona se encuentra ubicada en uno de los anexos de Callahuanca, exactamente en Barbablanca. Asimismo, destacan el centro ecológico de piedra huaca, la iglesia y torre en el anexo de Chauca, Huariquian, el cual es una construcción denominada Kullpis, que tienen un solo piso y es de material de piedra (esto se encuentra en el anexo de Achinsune-Callahuanca).

Salida de Chosica

A las 11 am partimos hacia el pueblo. Cuando se sale de Chosica, se  sale también de las carreteras asfaltadas, luego de la salida y siguiendo el camino, ya sin asfaltar, diviso el río Santa Eulalia, diviso también la Central Hidroeléctrica de Barbablanca que tiene el mismo nombre que uno de los anexos de Callahuanca.

Llegada a Callahuanca

Es casi mediodía, el viaje duró un aproximado de una hora. Llego a un hermoso y acogedor lugar, el contraste con Lima capital es enorme. Este lugar conocido, pero en contradicción muy poco difundido, no solo es importante por su ubicación geográfica, sino también por sus tierras, que en sus entrañas produce ricos y deliciosos frutos como la chirimoya.
Existen vestigios prehistóricos en los que se comprueba que la chirimoya ya se consumía en  tiempos muy remotos,  vestigios como son la cerámicas, semillas, etc.: “Los primeros españoles la llamaron ‘manjar blanco’ por su delicioso sabor, pero se han encontrado semillas de esta planta en tumbas de más de cuatro mil años en Ancón y Huarmey. La palabra chirimoya viene de dos palabras quechuas: ‘chiri’ que significa ‘frío’ y ‘moya’ que se traduce como ‘semilla’. Aunque está difundida en zonas cálidas se da muy bien en alturas hasta los dos mil metros, de ahí su nombre” (fuente: PerúNatural.com).

Pues bien, la chirimoya es un fruto antiquísimo y como tal además de ser excepcional, es un fruto de identidad.

Callahuanca es considerado como el “paraíso de la Chirimoya”.

Al llegar a este pueblo me lleno de una tranquilidad enorme; lo primero que se ve y llama la atención es su estadio, bien conservado, cosa bien curiosa, no necesita de podadora, ya que hay tres llamas en el campo que podan este estadio. 

Para llegar al parquecito central se tiene que caminar una cuadra y en ese transcurso se observan casas de material noble (ladrillo y cemento), no obstante, lo que le da el aspecto de un pueblo rústico y acogedor son sus callecitas estrechas con viviendas hechas de adobe  de dos pisos y sus lindos balcones de madera, decorados con flores de distintos colores y tipos, geranios en macetas, plantas colgantes, etc. Este pueblo cuenta como ya lo mencioné con un estadio, además con el centro de salud, la I.E. “Santa Rosa de Callahuanca”, corral para crianza de cuyes, cementerio,  baños públicos (gratis), Comedor popular “Santa Rosa” (precios módicos).

Después de mi almuerzo respectivo, ya en el parque central, hay puestos que venden helado de distintos sabores, pero el más consumido (según la vendedora) es el de chirimoya. Al comprar mi helado, le realizo preguntas a la señora vendedora, muy amablemente me comenta que todos los años, desde hace ya 19 años, realizan la fiesta de la chirimoya. El helado de chirimoya que consumí  me cuesta 2 soles con cincuenta céntimos, además me dan a degustar helados de fruta, sabor y hechos de palta  y maracuyá.

El otro fruto que cultivan es la palta. Al caminar por las trochas, para llegar al mirador, diviso grandes cultivos de chirimoya y de paltas, sus frutos ya están desarrollados, solo están listos para madurar, asimismo en toda la extensión de los cultivos hay letreros que dicen: “prohibido tocar”, “prohibido arrancar”, etc.

La fiesta

En reconocimiento a este producto que se cultiva en este valle, los pobladores callahuaquinos realizan una festividad  en nombre de la chirimoya; por acuerdo de la comunidad se celebra la última semana del mes de abril, esto cada año. Renombrados artistas y grupos musicales realizan sus presentaciones artísticas.



Productores de la zona ofreciendo chirimoya y otros frutos

Según mi informante, la celebración comenzó como una actividad comunal pero en ocasiones ha sido organizada por la Municipalidad. En este festival se concursa por la mejor chirimoya, que después será subastada:

Previamente se nombra un Jurado Calificador que consta de personas ligadas a la agricultura como son los representantes de INIA, SENASA, AGRORURAL, Agencia Agraria, etc. Luego se va recibiendo las chirimoyas a las cuales los propietarios deben colocarles una cinta adhesiva con su nombre para identificarlas.
Para ello el jurado indica una hora en la cual ya no se podrá ingresar ninguna otra fruta.
Finalmente, una a una son pesadas y se va indicando el peso de cada una hasta llegar a la última y ya conociendo los mayores pesos se va dando la lista de ganadores.

Antes, el organizador oficia a distintas personas e instituciones para la donación de artículos relacionados con la agricultura, como pueden ser: abonos, herramientas, mochilas fumigadoras, etc. En sus primeras ediciones, la elección de la chirimoya ganadora era por peso; actualmente, se realiza por calidad y peso.

Actualmente, ya que se considera a nuestra chirimoya como Producto de Bandera y que se está pensando en la exportación, la nueva tendencia es la de calificar por calidad” (Informante de la municipalidad del lugar).



FESTIVAL
PRODUCTOR
PESO ( KG )
I
Sra. Angélica Bautista Olivares
2,50
II
Sra. Julia García Hilario
3,00
III
Sr. Julio Calderón Orihuela
3,25
IV
Desierto
-
V
Sra. Tomasa Calixtro Olivares
3,05
VI
Sra. Justina Gutiérrez Orellana
2,05
VII
Sr. Henry Zevallos Mariano
2,90
VIII
Sra. Julia García Hilario
3,30
IX
Sra. Yolanda Gutiérrez Orellana
3,20
X
Sra. Angélica Huamalies Mariano
3,30
XI
Sr. Julio Calderón Orihuela
3,60
XII
Sra. Liduvina López
3,20
XIII
Sr. Marcos Vicharra León
3,20
XIV
Sr. Juan Luis Zegarra Gutiérrez
4,10
XV
Sr. Santos Mariano Alarcón
3,80
XVI
Sr. Juan Luis Zegarra Gutiérrez
3,40
XVII
Sr. Julián Mendoza Quispe
3,00
XVIII
 ------------------------------------------

XIX
 Sra. Lourdes Urbano Guerrero
        2,97




Asimismo, en este festival también hay distintos concursos, Se realiza el concurso de belleza, se escoge a la Miss Chirimoya. Por otra parte, en este festival se realizan distintos platos en base a la chirimoya, como el pastel de chirimoya, helado de chirimoya , distintos productos de bisutería a base de las pepas de la chirimoya (chaquiras , pulseras), cerámicas con diseño de la chirimoya, etc.

Hora de partir
Antes del regreso nuevamente hacia mi querida, pero caótica Lima, mi informante me comenta que otras personas que no son del  lugar, exactamente de la comunidad de Cumbe, vienen y compran la chirimoya al por mayor y las hacen pasar por chirimoya de Cumbe; por esta razón, los pobladores se están organizando para sacar la marca “chirimoya de Callahuanca”, con logotipo incluido.

Isa Ramos 


Ciudadela sin época

   En un desvío de la carretera  Callahuanca -Barblanca, se encuentra  Cascashoko. Más de 5  kilómetros  caminamos para llegar a este místico lugar.

   Cacashoko es una ciudad prehispánica  perdida en medio de  negocios campestres  modernos, en el valle de Santa Eulalia. Transitamos más de tres  kilómetros  desde Callahuanca al desvío, aunque también se puede llegar en carro (en realidad se puede llegar en auto hasta el mismo Cascashoko),  pero preferimos caminar para observar  las bondades que nos ofrece este valle, y más ahora que se encuentra  en todo su verdor, en época de lluvia.

   Llegado al desvío, donde hay un cartel  que nos indica que estamos cerca, a solo un kilómetro, seguimos con nuestra caminata, trocha adentro. En todo el camino  hay plantaciones  antiguas y también recientes de eucalipto, más allá está una  población recién  formándose, casas de esteras y cartón y una que otra casa de material noble. Seguramente, en un futuro, ellos serán los guardianes  y también los que cobren la entrada a está ciudadela de piedra. Pero, por ahora, la entrada es gratis.

   Llegamos, por fin, con casi nada de cansancio, pues todo el camino es plano (no hay pendientes ni subidas). Al llegar, mi compañero se queda mudo (risa), al rato me dice: “es una ciudadela  completa”. No se sabe por ahora a qué cultura  o periodo  pertenece. Por ahora.

   Se observan edificaciones  de piedra de uno y hasta dos niveles, hay algunas que ya están deteriorados;  sin embargo, todavía quedan algunas en buen estado. Se puede observar las proporciones de las puertas, que a diferencia de las actuales, son muy reducidas, cualquiera diría que en esa época  habitaban unos enanitos. Algunos dicen que se construían de esa manera, pues eran edificaciones  con calefacción natural. En invierno entra menos frio, en verano  menos calor y en helada menos viento. A simple vista se puede apreciar una gran diferencia, lo digo porque hay una muralla bien conservada  -por cierto- que posiblemente separaba la élite del pueblo. Al subir un poco más se encuentra una casa de piedra, con sus escalinatas, bien conservada, que posiblemente haya pertenecido  a algún sacerdote, cacique, personaje de alto nivel.

Muro divisorio de la ciudad
   Rodeados de grandísimos cerros, uno de los cuales seguramente fue Apu  de este pueblo, aún sin época definida, nos pasamos las horas observando el paisaje. Cerca de las 5 pm el clima se fue tornando más frío, nubes cargadas  nos avisan que hará lluvia. Este clima ideal me hizo alucinar de cómo habría sido la desaparición de los habitantes de este lugar en esa época. Es hora de irnos, no sin antes  prometer que volveremos para hacer un pago en honor de los antiguos habitantes.




Casa de la élite en Cascashoko


Isabel Ramos
Enero, 2014.






Trujillo primaveral. Ciudad colonial



   Visitamos Trujillo y coincidimos con la celebración católica del Domingo de ramos. En el interior de la catedral se estaba exhibiendo, desde la víspera, la imagen del Señor Cautivo de Ayabaca (Piura). Fuimos testigos de excepción de la extrema devoción de los fieles, quienes formaban una larga cola, con la intención de tocarlo o frotarlo con fruición con un paño (¡convencidos de su poder sobrenatural!). Había gente de todos los estratos sociales. Como si se tratara del mismo Señor de Sipán, la imagen estaba fuertemente resguardada por personal del municipio (pagado gentilmente con los impuestos de los trujillanos). A las afueras de la iglesia, había diversos vendedores de parafernalia religiosa (estampas, cruces, rosarios, paños, etc.) que trataban de hacer su agosto.

   Trujillo es una ciudad que tiene importantes testimonios históricos de su pasado colonial. En el centro de la urbe, en el jirón Francisco Pizarro (y en los alrededores) se ubican magníficas casonas y quintas de una arquitectura digna de apreciarse (con predominancia del estilo neoclásico). Destacan el Palacio Iturregui, una elegante mansión del s. XIX (actualmente sede del Club Central), la Casa de la Emancipación, la Cámara de Comercio de La Libertad, el local del autodenominado “partido del pueblo”, etc.

Quinta centenaria en el céntrico jirón Pizarro


   Sin embargo, la ciudad también conserva testimonios de su agitada historia de las primeras décadas del s. XX, cuando irrumpieron en escena nuevos actores sociales    –organizados— premunidos de reivindicaciones e interpelando a la llamada República Aristocrática. Una muestra de ello es el mercado “Búfalo Barreto”, en la cuadra 2 del jirón Rímac, llamado así en memoria del sindicalista y revolucionario Manuel Barreto, de vital participación en la revuelta de Trujillo, de julio de 1932. En este centro de comercio, pudimos encontrar platos a un precio muy accesible (4 soles) y de una oferta culinaria variada. Al frente de este, se encuentra el mercado “La Unión”. Lo visitamos el domingo en la tarde y observamos que diversos vendedores de comida se habían instalado –con sus mesas y enseres—al costado del mercado (en el pasaje Callao). Ofrecían los más heterogéneos potajes y dulces. Algunos vegetales son traídos desde Otuzco (sierra de La Libertad).

   La playa de Huanchaco nos recibió con sus peculiares caballitos de totora y un muelle desvencijado (producto de la desidia de ya sabemos quién). Abundan los alojamientos para mochileros con precios económicos.


Vista panorámica del jirón Pizarro











Señor Cautivo de Ayabaca en la Catedral de Trujillo




Jaime Gamarra Z.
Marzo, 2013.

                                                                           ****


Punta Arenas
                   A Pavel, Michael y los demás


1.

El hombre rubio
y regordete,
de unos 50 años,
se pasea radiante
y majestuoso
por la terraza del
Restaurant de Cabo Blanco
una tarde soleada
de mil novecientos cincuenta y tres.


2.

Una malagua
 vidriosa y carcomida por el viento
no presenta buen aspecto,
salvo para una nube
de moscas flacas
que sobrevuelan si cesar
sobre la arena.
La arena de la playa
es última morada
para un pelícano
maltrecho y abatido
por la enfermedad.


3.

El hombre rubio
escudriña el océano,
intenta divisar
en el azul la silueta

filuda y prominente
de su presa.


4.

Las lluvias llegaron
ese año
a Talara Baja
como un insight
del Fin del Mundo:
el lodazal, los desbordes,
los mosquitos, la escasez.
                              El borde de la muerte.


5.

Los niños fabrican
proyectiles
con la arena mojada,
se dividen en bandos
dispuestos a guerrear.

    El violento ritual
    se detiene
    en la memoria.


Márlet Ríos





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