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Nació en Talara (Piura). Editor y gestor cultural. Estudió Sociología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos e ingeniería electrónica en una universidad privada. Ha publicado poemas en las revistas: Ónice, Bocanada, Dedo Crítico, Tajo, Bosque de latidos, Socialismo y Participación, Estudios Privados, El Bosque, Delirium Tremens, TXT, Conexos (Miami), Nomastique (México), Signos en rotación y Círculo de fuego. Traduce poesía norteamericana (Snyder, Rexroth, Sandburg). Poemas y relatos suyos aparecen en la revista digital Ping Pong, de República Dominicana, y en Vorágine y Cinosargos (Chile). Ha publicado el poemario La balada de Crates y otros poemas en el 2010, Como barca encallada en la arena (poemas y relatos), en el 2014, y Senda de la desesperanza. Hace entrevistas y es colaborador de revistas de Ciencias Sociales y Derecho (Illarik, Soluciones Laborales, Administración Pública & Control) y publicaciones alternativas. Editor de Anarkopoiesis, La lira rebelde libertaria e Insana virtud. Muestra poética reciente de la posmodernidad (2016). Sus poemas aparecen en Ausente ardor de arena & algarrobos. Antología de la poesía piurana contemporánea (2017).

miércoles, 2 de marzo de 2016

Cómo convertirse en un tax resister y no morir en el intento


“Basta la presencia de un solo libertario o de un anarquista en un país para echar por tierra, ya por esta sola razón, el argumento de que los impuestos son realmente voluntarios” 
Murray Rothbard

Márlet Ríos
Intro

   Los resultados de la VIII Encuesta Nacional sobre percepciones de la corrupción en el Perú (2013), elaborada por Ipsos Perú –por encargo de Proética–, son reveladores[1]. Instituciones tutelares como el Congreso y la Policía están totalmente desprestigiadas. Perogrulladas aparte, en el imaginario social se da una estrecha relación entre males profundamente arraigados como la corrupción y el lastre burocrático que coarta la libertad y la iniciativa individual. El 68 % de entrevistados (1202 personas de las principales ciudades de todas las regiones geográficas del país) percibe que la gran cantidad de trabas burocráticas genera más oportunidades para el pago de coimas. Casi el mismo porcentaje (67 %) piensa que si hubiese menos disposiciones controlistas habría menos coimas. Hay aquí una crítica implícita al excesivo intervencionismo estatal. Por consiguiente, muchos ciudadanos están convencidos de que el Estado representa un lastre colosal que les impide lograr el “progreso” socioeconómico.

El Estado es el enemigo

   Históricamente, han sido autores libertarios quienes han levantado la voz y denunciado el carácter prepotente, si no criminal, del Estado, asimismo –desde hace mucho– han impugnado abiertamente su función impositiva.

   Una recusación de carácter antiestatista y libertario impregna el clásico ensayo de Herbert Spencer, El individuo contra el Estado, de 1884. Sin embargo, los destinatarios de la crítica no son los socialistas o reformadores sociales, sino los liberales:
“¿Cómo el liberalismo, aumentando cada día su poder, se inclina a una legislación más coercitiva cada vez? ¿Cómo es que, ya directamente por medio de sus propias mayorías, ya indirectamente, prestando su concurso a las mayorías de sus adversarios, se arrogan los liberales cada vez en mayor escala el derecho de dirigir las acciones de los ciudadanos, restringiendo, por lo tanto, la esfera dentro de la cual son libres las acciones individuales?(…)”[2].

   Murray Rothbard, representante de los mal llamados anarcocapitalistas (ancap), junto con David Friedman, es claro y rotundo como una patada, como dijo el poeta, cuando asevera lo siguiente en su libro La ética de la libertad:

“Como el ladrón, el Estado exige, como a punta de pistola, nuestro dinero; si el contribuyente se niega a pagar, se le quitan sus activos por la fuerza, y si intenta resistirse a esta depredación es arrestado o incluso tiroteado si persiste en su negativa. Cierto que los defensores del Estado afirman que los impuestos son ‘realmente’ voluntarios; pero basta imaginar —para refutar de una manera simple e instructiva semejante pretensión— lo que ocurriría si el Estado declarase abolidos los impuestos y se contentara con lo conseguido mediante aportaciones voluntarias. ¿Alguien cree realmente que seguiría entrando en las arcas públicas algo ni remotamente comparable a las ingentes sumas que recauda el Estado? Es probable que ni siquiera los teorizadores que proclaman que los castigos nunca hacen desistir de la comisión de delitos se atreverían a sostener aquí tal hipótesis”.

   ¿Alguien puede dudar por un segundo que el mismo Estado que masacró a campesinos inermes en la Sierra en la década de 1980, violó a detenidas sospechosas de subversivas, esterilizó masivamente a mujeres pobres en todo el país y asesinó a opositores políticos como Pedro Huilca y Leonor Zamora, enarbolaría el respeto irrestricto por la vida de sus ciudadanos, sobre todo morosos e insolventes, en el caso de cobranza coactiva? ¿No es de suponer que tal Estado soltará a su feroz cancerbero para imponer a toda costa el sacrosanto principio de autoridad, tan alabado por demócratas y déspotas por igual?

   Un referente importante para Rothbard fue el anarquista individualista del siglo XIX Lysander Spooner, autor de No Treason, quien en 1849 desafió al gobierno de los EE.UU. al crear su propia empresa postal, la American Letter Mail Company, la cual fue expulsada del mercado mediante leyes proteccionistas. Spooner, hábil empresario y abolicionista, sabía muy bien de lo que hablaba cuando escribió lo siguiente:

“La realidad es que el gobierno, como un bandolero, le dice a un hombre: ‘Tu dinero, o tu vida’. Y muchos, si no la mayoría de los impuestos, son pagados bajo la compulsión de tal amenaza.
El gobierno, realmente, no aborda a un hombre en un lugar solitario, salta sobre él desde la carretera, y, apuntando un arma a su cabeza, procede a saquear sus bolsillos. Pero el robo es de igual forma un robo de esa manera, y es mucho más cobarde y vergonzoso”.

   Pero no solo anarquistas se han enfrentado al Estado con todas sus fuerzas. Mohandas Gandhi se convirtió en un tax resister cuando encabezó la célebre Marcha de la Sal, el 12 de marzo de 1930. Esta acción directa no violenta desafió el monopolio británico de la sal y dio inicio al Movimiento de Desobediencia Civil en todo el país. El objetivo era vencer al poderoso Imperio Británico.
Salt March liderada por Gandhi el 12 de marzo de 1930.https://en.wikipedia.org/wiki/Tax_resistance#/media/File:Gandhi_at_Dandi_5_April_1930.jpg




Extraído de: http://www.helpfreetheearth.com/05-action-5ofpart1.html


La estructura básica de la sociedad peruana

   La casta parasitaria de los representantes políticos es como una pandemia sin control. Vicios endémicos como el patrimonialismo, el clientelismo, el peculado, la corrupción, etc. son connaturales al ejercicio de la función pública en este atribulado país. No más la política entendida como una vocación  o apostolado (nos remitimos a Max Weber). Pero ¿alguna vez fue entendida así por nuestros inefables políticos, llámense presidentes, alcaldes, congresistas, gobernadores regionales, etc.? Uno de los gobernantes peruanos más populares en los 90, considerado un Mesías por empresarios mercantilistas (favorecidos por el gobierno), no pocos intelectuales, yuppies y amas de casa, hoy está preso condenado por haber perpetrado delitos de lesa humanidad y peculado, es decir por haber querido enriquecerse como un maharajá a costa del erario público. Ni siquiera Lewis Carroll o Julio Verne hubiera podido imaginar que los herederos (en todos los sentidos) de este codicioso político gozan de tanta simpatía por estos lares así como el dicho “Roba pero hace obras”.

   Para Enrique Dussel, no existe ninguna duda, los representantes hoy en día son una casta aparte:

“En el comienzo del siglo XXI  los  políticos (…) han  constituido  grupos  elitistas  que  se  han  ido corrompiendo, después del enorme desgaste de las revoluciones del siglo XX, del fracaso de muchos movimientos políticos alentados por grandes ideales, de la crisis económica, y del aumento de dificultades en la juventud para encontrar lugares de ocupación asalariada fija (por el desempleo creciente estructural).
(…)
(…) Así nace la política como ‘profesión’ y los partidos políticos como ‘maquinarias electorales’ que imponen sus candidatos burocratizados en beneficio del propio partido. Es la fetichización del poder mediante la corrupción de la subjetividad del político”[3].

Un intelectual refractario de comienzos del siglo XX nos sigue interpelando aun hoy:

“La  política  es  una  religión  sólidamente  organizada, teniendo  su  gran  fetiche  providencial  en  el  Estado, sus  dogmas  en  las  constituciones,  su  liturgia  en  los reglamentos, su  sacerdocio en los funcionarios, sus fieles en la turba ciudadana. Cuenta con sus fanáticos ciegos y ardorosos que alguna vez se transforman en mártires o inquisidores. Hay hombres que matan o se hacen matar por el verbalismo hueco de soberanía popular, sufragio libre,  república  democrática,  sistema  parlamentario, etc.”[4].

   Actualmente, el individuo se encuentra a merced del Estado y su implacable órgano administrador tributario. Como en el mejor de los cuentos de H. P. Lovecraft o de E. Allan Poe, una fuerza terrorífica e ineluctable se cierne sobre los ciudadanos  y termina sometiéndolos por completo, mediatizando la voluntad de estos. La pretendida separación de poderes se torna en un mito órfico. Cuando los burócratas estatales hablan de que es perentorio ampliar la base tributaria reduciendo la elevada evasión, a qué otra cosa se refieren si no es a ejercer una monstruosa presión tributaria sobre los indefensos ciudadanos, sobre todo los de menores recursos. Para ello no dudan ni un santiamén, en pisotear la libertad individual y demás derechos fundamentales de los sufridos ciudadanos. Y es que en sus envanecidas mentes no hay el menor esfuerzo para comprender que la llamada economía informal tiene sus raíces en la peculiar estructura básica de la sociedad peruana[5]. Al parecer, los funcionarios estatales están convencidos de que este país tiene mucho en común con el Principado de Mónaco o el Reino de Suecia. Para ellos, un informal es un ser maligno, obtuso, semibárbaro y quien ha elegido alegre y deliberadamente ser un trabajador informal para sacarlos de sus casillas. Este afea las calles y es un criminal en potencia. Estos señores engolados necesitan ipso facto salir de la burbuja  y, si es posible, imbuirse de una comprensión y visión más reflexiva y sociohistórica de la sociedad peruana.



Tax resistance

   No es mucho lo que el individuo puede hacer contra los impuestos indirectos a menos que desee convertirse en autosuficiente o en un triste epígono de Amish people. Para un trabajador independiente de estas latitudes, que presta servicios diversos como diagramación, edición de textos, traducción, etc.  la salida es obvia: exigir un pago contante y sonante. Por otra parte, se puede recurrir a la historia de los últimos 200 años y utilizar “las lecciones del pasado”, como dice Carl Sandburg en su emblemático poema “I am the People, the Mob”. La acción directa es el camino, como en el caso de la célebre Rebelión del whisky, en 1791, liderada por granjeros opuestos al impuesto sobre el whisky, artículo muy popular usado incluso como medio de intercambio. Esta rebelión ocurrió durante el gobierno de G. Washington. Una salida concreta nos la da el libertario Samuel Konkin III en su New Libertarian Manifesto, cuando habla de contraeconomía: "An explanation of how people keep their wealth and property from the State is then Counter-Establishment economics, or Counter- Economics for short".

Tal vez deberíamos seguir el ejemplo del activista norteamericano por los derechos civiles y prominente tax resister durante toda su vida, Wally Nelson (*), quien dijo una vez: "What would you do if someone came to your door with a cup in hand asking for a contri­bution to help buy guns and kill a group of people they didn’t like?". Salvo mejor parecer.
Wallace Floyd Nelson (27 March 1909 – 23 May 2002) American civil rights activist and war tax resister.http://dissidentvoice.org/2014/04/bija-milagro-source-of-miracles-in-america-we-the-people/



[1] Véase: <http://www.proetica.org.pe/viii-encuesta-nacional-sobre-percepciones-de-la-corrupcion-enel-peru-2013/>
[2] SPENCER, Herbert. El individuo contra el Estado. Folio, Barcelona, 2002, p. 17.
[3] DUSSEL, Enrique. 20 tesis de política, 2006, p. 22.
[4] González Prada, Manuel. La anarquía. Bogotá, FICA, 2010, p. 24.
[5] Una en la cual predomina una “heterogeneidad estructural” (Aníbal Quijano dixit).
(*)https://en.wikipedia.org/wiki/Wally_Nelson