“La
crítica es un faro o una brújula solo para aquel que la necesita”. Entrevista a
Antonio Cillóniz (agosto de 2016)
1. A primera vista, su poesía se diferencia notoriamente
de la poesía de sus contemporáneos. No hay referentes culturales y políticos
visibles, tropos, temas compartidos con los otros poetas de la década del 60,
al menos con los más renombrados. ¿Estuvo cerca de algún grupo (literario o
político) en esos años, antes de partir a España o a su retorno?
A.C.:
Precisamente esa, la notoria diferencia de mi poesía con respecto de la de los
poetas contemporáneos del Perú, es una de las características de mi poesía más
destacada por la crítica. Así pues, mi pronto exilio a España para estudiar Filología
Románica en la Universidad Complutense (1961) fue la causa de que no
perteneciera a ningún grupo poético dentro de mi generación y que a la vez el
tema del Perú apareciera en todos los primeros libros, Después de caminar cierto tiempo hacia el este (1971), Fardo funerario (1975) o Una noche en el caballo de Troya (1987),
con una perspectiva y persistencia, frutos ambas del sentimiento de nostalgia
que proporciona el destierro, al margen del tema de la dictadura franquista
como se evidencia en mi primer libro Verso
vulgar (1968).
2. La poesía peruana de la década de 1960 no estuvo
exenta de una postura beligerante y de reivindicación política, la cual es
asumida luego directamente por los poetas de Hora Zero, entre otros. A la luz
de los años transcurridos y de los acontecimientos posteriores (disolución de
la URSS, caída del Muro de Berlín y de los socialismos realmente existentes,
etc.), ¿cree que los poetas deben seguir apostando por una clara postura
política en sus textos? ¿Hoy en día podemos tomar como referentes válidos los
casos de Vallejo y González Prada?
A.C.: Bueno,
habría que distinguir entre manifiestos y poemas. El problema del Perú en aquel
entonces era que el libro 7 ensayos de
interpretación de la realidad peruana de José Carlos Mariátegui, publicado
en 1928, seguía vigente en los años 60. Y ése fue el motor interno no solo del
compromiso político de los 60, sino también de los 50, como se refleja claramente
en Edición extraordinaria. Lo que era
propio de los 60 en principio fue la revolución cubana, después llegaría la
muerte de Javier Heraud y las guerrillas posteriores del Perú, hasta el proceso
revolucionario finalmente.
No sé si los
interrogantes últimos de la pregunta apuntan a mi obra. Si fuera así, he de
decir que no todo el conjunto de mis poemas es de carácter político; también
hay diversos poemas o incluso libros enteros de carácter metapoético, amatorio,
fúnebre, etc. ¿Tomar hoy día como referentes válidos a Vallejo o González
Prada? ¿Por qué no? ¿Por qué no también a Eguren o Martín Adán? O Garcilaso de
la Vega, el español, o Góngora o Lope o Quevedo. ¿Por qué no? El asunto es el
resultado estético, porque hablamos de poesía. ¿O la pregunta se refiere a los
ensayos de Vallejo y González Prada? Entonces también, insisto, ¿por qué no Eguren?
Lo que deben
hacer los poetas es apostar por una clara postura estética en sus textos, sean
de índole política o social; aclaro, social es también un poema fúnebre o de
amor, un epigrama, un madrigal, son también sociales.
3. ¿Cómo llegó a involucrarse en el proyecto reformista
del Gobierno militar, proviniendo de una familia de terratenientes?¿Ha podido
hacer una evaluación o balance crítico sobre ese periodo de su vida?
A.C.: El golpe
militar de Velasco Alvarado fue en octubre de 1968 y para entonces mi visión
del mundo había sufrido ya una importante transformación que me llevó a
adquirir una conciencia social revolucionaria. Ya desde antes había un sustrato
político-social en mí, que facilitaría un posicionamiento ideológico distinto
al de mi entorno familiar y social de terratenientes oligárquicos como
correctamente formula la pregunta, consistente precisamente no solo en la
constatación de las injusticias sociales generada por un Estado gobernado por
la oligarquía, que diseñaron débil para que respondiese solo a sus propios
intereses y no fuerte gracias a unos impuestos que, aunque resultasen algo gravosos
para sus negocios, sirviesen al menos de nivelador social y económico que
evitase su desmoronamiento final como clase dominante, sino también al
comportamiento miope de la plutocracia, más que por su indolencia ante tantas
injusticias, por su desinterés en favorecer la existencia de unas clases
sociales con poder adquisitivo suficiente, a través de unos salarios dignos
para sus empleados, que permitan la formación de un mercado nacional que
propulse su propia economía agraria, industrial o comercial, esto es, la
conversión de una sociedad feudal en capitalista. Pero hubo dos factores
fundamentales que propiciaron mucho más dicho cambio en mí; uno operó
socialmente sobre todo con las lecturas de César Vallejo, José Carlos
Mariátegui, Ciro Alegría y José María Arguedas, el otro políticamente por las
experiencias al residir en España durante la dictadura franquista. Y mi
incorporación al proceso revolucionario fue al ámbito cultural en 1973 desde la
Editorial del Instituto Nacional de Cultura, pero fue muy breve porque ya se
sentían las orientaciones contrarrevolucionarias que desembocarían en el
contragolpe de Morales Bermúdez, al margen de los impedimentos surgidos desde
la propia Dirección General.
La reflexión posterior
de dicho período de mi vida es que volvería a apoyar el proceso revolucionario
porque, aunque cometió varios errores, al menos produjo un cambio social
importantísimo y necesario en el Perú, como fue dotar de la misma dignidad a
todos los peruanos, ante la ley, ante la sociedad y ante ellos mismos.
4. Su propuesta de englobar a los poetas peruanos nacidos
a partir de 1940 y 1950 en una generación de 1968 no es muy conocida.
¿Cree que esto se debe por la hegemonía de los críticos establecidos?
A.C.: Que yo
sepa, son muchos los que coinciden con lo que yo propuse en 2004 durante el
Segundo Congreso de Peruanistas de Sevilla. El porqué hay todavía cierta
crítica que sigue hablando de poetas del 60 y del 70 es algo que escapa a mi
conocimiento, aunque se podría suponer que obedece a un interés de varios
poetas en preferir ser cola de león o cabeza de ratón, según el caso y supongo
yo que cierta crítica amical continúa divulgando dicho criterio o quizás lo
haga solamente por inercia. El tiempo se encargará de dilucidar esto, como ha
ocurrido antes con lo de generación del 40 y del 50, que ya nadie sustenta.
5. ¿Cree que algunos poetas peruanos están sobrevalorados
por la crítica literaria? Pienso, por ejemplo, en poetas como Xavier Abril o
Armando Rojas que no son tan “masivos” o populares hoy en día como Pimentel o
Cisneros.
A.C.: Eso es algo
que a mí, personalmente, no me preocupa. La crítica es un faro o una brújula
solo para aquel que la necesita. Pero para seguir con la metáfora, el mismo sol
y el propio polo norte, que hacen de faro y brújula a todos los demás, es el
premio Nobel, en este caso de literatura. Y ¿a alguien le preocupa actualmente
que dentro de la literatura en lengua castellana hubiesen recibido el premio de
la Academia sueca tanto José Echegaray como Jacinto Benavente, por ejemplo, y
no Rubén Darío o Valle-Inclán o César Vallejo o García Lorca? ¿Eso habla bien
de los primeros y mal de los segundos? Yo creo que el tiempo nos pone a todos
en nuestro sitio, a los poetas, sí, pero también a los críticos.
6. ¿Cree que la influencia de la beat generation ha sido perniciosa o positiva para la poesía
peruana? Muchos poetas jóvenes de las últimas generaciones siguen tomando como
referente valioso a Ginsberg aunque olvidan a Gary Snyder, Michael McClure (aún
vivos) y Kenneth Rexroth, quien fue el mentor.
A.C.: Ninguna
influencia per se es perniciosa en la
vida y por tanto tampoco en la literatura; otra cosa es la manera en que se
refleje dicha influencia, esto es, la Beat
generation en su momento significó lo que de modo más amplio en otros
poetas fue la influencia de los poetas estadounidenses como Whitman, Pound,
Eliot o Lowell, entre otros. Nada nace de la nada, el famoso nihil novum sub sole; lo importante es
no ser copia, porque la expresión poética debe responder a los parámetros espaciales
y temporales del yo lírico.
7. Recientemente dio un recital poético en el local
institucional del Gremio de Escritores del Perú, al que pertenecen poetas
dinámicos y representativos como Armando Arteaga, Jorge Luis Roncal, entre
otros. ¿Qué tal la experiencia de reencontrase con el público?
A.C.: Lo más
importante del acto reseñado fue saber de la existencia del "Gremio de
Escritores del Perú", un proyecto ilusionante hecho realidad, que
evidencia la pujanza de los poetas que lo integran y a quienes deseo
perseverancia y éxito. Además del exquisito trato recibido, fue gratificante
recitar junto a otros valiosos poetas jóvenes y ante un público tan motivado
por la poesía. Por último, señalar que resultó ser muy emotivo para mí, pues
representó un magnífico colofón a las presentaciones de mis obras realizadas
anteriormente en Lima, Trujillo, Arequipa y Cusco.
8. ¿Puede comentarnos sobre sus proyectos literarios
recientes?
A.C.: Acabo de
publicar este año en Hipocampo mi obra completa Opus est. Poesía completa (1965-2016) en cuatro volúmenes, pero al
margen de la obra completa, es Victoriosos
vencidos lo último que he escrito y que he publicado también en Hipocampo, con
un prólogo, "Vuelta a una poesía interhumana", de Antonio Melis, importante
y reconocido peruanista recientemente fallecido. En la edición aparecen seis
poemas, que son también los reseñados en el prólogo, pero el libro ha seguido
creciendo hasta alcanzar los nueve poemas, por tanto hay tres poemas inéditos
pertenecientes a este libro, que llegaron tarde a la edición de Lima y que
espero incluir en una próxima edición.
Márlet
Ríos
BREVE SELECCIÓN
POÉTICA
RAPSODIA
El catedrático de Oviedo
en clase de latín
habla de Homero.
Resulta un cicerone
al lado de Virgilio.
Pero los niños prefieren
que cante con Blas de Otero.
Las que traigan braguitas,
que se las bajen
rápidamente
y las que no tengan
otra cosa que un
pequeño caracol
que lo saquen
al sol.
Y a lo mejor quisieran
las niñas
responder con Moratín.
Pero en la escuela
la maestra de literatura
insiste.
No quiere oír hablar
de Blas de Otero
ni oír
ni hablar.
SINFONÍA DEL
NUEVO MUNDO
Nos forzaron a mirar atrás.
Una torre fue grande, ¿no? Chartres fue grande, ¿no?
Y la música. ¡Ah, la música! Pero no creas
que te estoy requiriendo a través
de la mirada de ese animal, éste
que tan hondo percibes
en la expresión de aquél a quien la muerte asedia.
Sin término se abren con la mirada de la bestia
los amantes; un niño allí calladamente a veces
levanta la cabeza y nos mira
de lejos pues la muerte cerca no se distingue.
¿Quién nos ha invertido así? ¡Ni los templos ya respeta!
Mas esto no debe perturbarnos. La vida transcurre
en mutación constante,
aunque donde algo todavía permanece
en nuestro interior
lo hemos previamente transfigurado.
Pues ser pasivo es ser no-ser, para ser
contemplado
uno y otro
otro día.
Extraño mirar lo que antes estaba en relación perenne
sueltamente aleteando. Extraño no desear ya
ni los propios deseos.
Fue el vacío lo que sintió primero
la vibración que hoy nos complace,
sabiduría de aquellos maestros del dominio.
En pocos el impulso a la acción se alza tan fuerte,
la tentación de florecer les llega.
¡Pero mira!
Tomó, desechó, escogió
y fue capaz
de hacerlo todo digno.
Mezclando bajo sus párpados somnolientos
¿quién podría haber evitado
el inundante torrente del origen?
No hay prudencia en el que dormía. ¡Cómo se vio impelido
a formas primitivas! ¡Cómo se entregó!
¡Oh, tómalas, córtalas, estas hierbas saludables
pequeñamente florecidas! Colócalas
entre los gozos que aún no nos están permitidos;
florecen y desflorecen
arrebatadas por su propio polen
recibidas como un juguete. Estas cosas
que viven en tanto que mueren
están deseando que las transmutemos por completo.
¿No es lo que buscan
un invisible resurgimiento
en nosotros?
Aunque todavía entre los hombres
podrás hallar de vez en cuando
algún pulido pedrusco
de dolor original.
AHORA MÁS CLARO
Creían que cantaba tiempos idos,
historias de extraños reinos.
Pensaban que escribiría anécdotas.
Jamás se me quebró la voz.
Nunca me temblaron los labios.
Fue mi mano estremecida
la que siguió el curso
entrecortado
de los acontecimientos.
Suponían
que construía un abismo de silencios
y soledades
para tenderme
en la medida de mi desidia.
Sin comprender
que toda información acerca de las mil formas de censura
también fue censurada.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Antología de la
poesía peruana. Tomo II. Peisa, Lima, 1973.
http://repoelas.com/colaboraciones/poema01_ACG.htm
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